Desde hace más de 2 años suelo transportarme en la ciudad de Bogotá empleando bicicleta, eso luego de darme cuenta que las motos no eran compatibles conmigo (o viceversa). Es claro que aunque en Bogotá existen las ciclorutas como carriles «exclusivos» para la circulación de bicicletas, estos se deben compartir con peatones que no respetan este espacio, así como vendedores y en general un inadecuado uso de estos espacios. Sin embargo, más allá de eso, el motivo de esta entrada es comentar como un cambio de actitud y respeto por las normas de tránsito ha ayudado a ver el uso de la bicicleta de otra forma.
Creo que sobre la población total que se desplaza o moviliza en bicicleta en la ciudad, un 99.9% ha cruzado un semáforo en rojo, ha tomado una calle en contravía e incluso en algún momento ha cometido una que otra falta contra las normas de tránsito. Cualquiera diría que las bicicletas y sus ciclistas asociados no deben cumplir normas de tránsito, pero esto es erróneo, de hecho es el simple concepto de tener la autoridad moral para poder exigir y no sólo quejarse de lo que los carros, buses y motos nos hacen a los ciclistas.
Siempre he sido muy explosivo y me molesta que al intentar pasar una calle un carro, moto o cualquier vehículo gire sin utilizar las luces direccionales, que se salten un semáforo en rojo (no están ahí por belleza o son algo contemplativo opcional) o se parqueen en plena vía sin indicar con luces estacionarias que van a parar. Sin embargo, en la medida que como ciclista he empezado a parar en los semáforos en rojo, así todos los conductores de carros, motos y por supuesto, otras bicicletas pasen y lo miren a uno con expresión de «tan pendejo/idiota ponerse a esperar siendo bicicleta» o hagan comentarios al respecto; a darle la vía al peatón, a avisar aún estando en bicicleta, que voy a virar o girar en una esquina, entre otras actitudes, siento que he mejorado como conductor, así sea de bicicleta y aunque me demore más, me expongo menos.
No olvidemos que los accidentes de tránsito siempre ocurren por imprudencia, exceso de velocidad, incumplimiento de las normas y en pocos casos por fallos técnicos.
Si todos cambiamos el switch y respetamos ese semáforo que por algo está ahí, esa señal de pare, ese paso peatonal, entre otros, esto cambia y ser ciclista dejará de ser visto como ven las motos hoy: un peligro en 2 ruedas.
Cambia amigo ciclista, la ciudad cambiará y todos cambiaremos.