En el año 2014, luego de la partida de mi madre, hecho que me marcó emocionalmente de formas que ni me imaginaba que podían llegar a ocurrir, uno de los puntos que más me ha hecho pensar ya por 6 años y un poco más, ha sido el concepto de si es oportuno planificar a largo plazo en los planes de vida.
Quienes me conocen de cerca, han notado lo cuadriculado que suelo ser para mis temas de estudio, gestión económica, en mis temas deportivos, etc y algunas cosas habían cambiado desde el 2014, al punto incluso de plantear en una entrevista de trabajo, cuando me hicieron la clásica pregunta: «¿Cómo se ve en 5 años?» a lo que respondí con un frío «Ya no planifico a tan largo plazo, dado que en caso de eventualidades que afecten estos planes drásticamente, puedo sentirme emocionalmente afectado luego de lo que viví con mi madre». La cara de la sicóloga no tenía precio.
Pero más allá de lo anterior, había progresivamente vuelto a ese modelo de visualizar planes a 1 o 2 años, definir cómo hacer para llegar allá, mucho de ello en temas deportivos y de inversión. Sin embargo, en marzo de 2020, con la visita del señor Covid19, alías «El Bicho», planes se fueron abajo para todos y creo que volvió a plantearme la inquietud de si es bueno planificar tanto a largo plazo, por que en medio de una pandemia, con una situación de salud demasiado compleja, dificultades económicas para todos, incertidumbre laboral y hasta sus implicaciones sicológicas y sociales de 1 año después del bicho entre nosotros.
Hay lecciones aprendidas a diario al respecto de qué nos puede o no deparar el mañana, pero incluso al ver la facilidad con que esta enfermedad y otras situaciones en nuestro entorno entorno se han llevado vidas y que la noción de riesgo es alta por donde se vea, vuelve el fantasma: ¿Planificar a corto plazo con múltiples opciones o confiar en el largo plazo nuevamente?
Muchas de estas cavilaciones vienen a mi mente mientras troto por largas horas desde diciembre del año anterior mientras me preparo para la que podría ser mi primera maratón, sin embargo, aún, a un mes del evento, aún la incertidumbre de si se podrá hacer, se suma a los miedos típicos de un primerizo ante este tipo de reto deportivo.
Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, puedo decir con risa sarcástica que he aprendido a ser más paciente tras un año y par de meses en que mis planes, ideas, metas se me fueran en un 80% al piso a causa de una pandemia. Al final, entre lo adverso, se ha logrado algo muy valioso.