Quise dedicar un tiempo muerto en el viaje de regreso a Colombia para escribir la crónica de mi primer IronMan de larga distancia, por que pasaron muchas cosas durante 13 horas, 42 minutos y 52 segundos.

Antes que cualquier cosa, debo confesar que tenía mucho temor de no estar preparado para algo así de exigente y que aún, con siete meses de entrenamiento más los meses previos de preparación de la maratón de Chicago, sentía que podía sufrir mucho, pero contrario a todo, no hubo sufrimiento o al menos no del que es feo, tal vez momentos de monotonía, de impaciencia pero nunca de aquellos que hacen pensar en parar, en rendirse, en retirarse… y es la primera vez en mucho tiempo, lo cual hizo de esta carrera algo maravilloso.

La natación en el lago Woodlands se divide en dos partes, la zona de gran cuerpo de agua y luego el canal que llevaba a la zona de transición. En la natación el objetivo era salir avante, no desgastarse tanto y evitar tomar agua dado que el lago tiene fama de tener sus bichitos que golpean el estómago a lo largo del día de carrera. A menos de doscientos metros de entrar, una patada encontró mi nariz y me desubicó un poco, pero seguí, no sangre, no dolor, sólo brazada seguida de otra y cada 3, levantar la vista para ubicarme. Sentí eterno llegar al retorno a aproximadamente 1500 metros, giro, algo de turbulencia y golpes en los giros en boyas y de regreso, incluyendo el paso por una boya sensor que capturaba tiempos. Algo de impaciencia de no llegar al canal, pero finalmente logré alcanzarlo y nuevamente, aguas turbulentas, muchas personas, golpes de brazos, patadas e intento de mantenerme en el centro, sin llevarme una boya de recuerdo en el proceso. El ruido de la gente a lado y lado del canal era motivante. El llegar a la boya final y contar con un empujón de los voluntarios dentro del agua, permitió salir sin mayores contratiempos, permitir que me quitaran de un tirón el wetsuit (que usé por flotabilidad más que por gusto, dado que el agua no era fría) y una gran sonrisa se marcó en mi rostro al ver que me tomó 1 hora y 31 minutos el recorrer los 3.900 metros de nado.

Luego de tomar la bolsa con casco, mangas, guantes, medias y geles, colocarlos y guardar en bolsillos, tomé la bici y a rodar.

Sin embargo, no habían pasado más de 2 kilómetros y tuve que parar por un fallo técnico en la rueda delantera, que me obligó a bajarme de la bici, tomar mi herramienta y arreglar un tornillo suelto que tenía el manubrio moviéndose y dejando la rueda desalineada. Nuevamente a la bici y a rodar los aproximadamente 18 kilómetros “urbanos” que me faltaban antes de salir a la super autopista. En ese proceso, me crucé con un accidente de un chico que se encontraba en el suelo con su boca sangrando por un golpe. Imágenes fuertes al inicio de una jornada larga, pero también un aviso de que habría mucho tráfico y que había que esta atento. En la medida que me acerqué a la autopista denominada Hardy Toll, se sentía el viento de frente y la bicicleta se empezaba a sentir frenada. Al llegar a la autopista supe que ese objetivo de 6 horas o menos en la bici, era imposible. Vientos de hasta 40 kilómetros por hora de frente me llevaron a bajar velocidad hasta a 17 kph, al tomar mi bidón para ingerir líquido, la bici bailaba con vientos de frente y de lado. Pasados unos 10 kilómetros y viendo que el esfuerzo no me dejaba avanzar pasando a otros ciclistas, tuve que hacer un cambio, poner el plato pequeño (39 dientes) y empezar a manejar de forma más inteligente, dado que el viento siempre va a ganar y desgastarse peleando con él, no era opción.

Fueron 32 kilómetros muy complicados, con también obstáculos en la carretera (botellas caídas, partes de bici rotas, gusanos de seda cada 2×3 y más de un ciclista inexperto que no dejaba pasar ni aumentaba la velocidad. Ya el regreso fue otra cosa, 32 kilómetros de vuelta con viento a favor, poco esfuerzo y velocidades por encima de 40 kilómetros por hora. Gel cada hora, líquido cada 10 minutos y parada en cada retorno para aplicar agua en la cabeza, porque aunque no había calor, mi casco tiene mala ventilación, pero era el ideal para este viento fuerte. A lo largo de la segunda vuelta vi caídas, vi pinchados a un lado de la vía, personas sufriendo contra el viento y yo rotando continuo pasando personas sin tanto esfuerzo, pero cuidando piernas. Hubo una neutralización en un momento en que nos obligaron a los ciclistas que pasábamos a parar, debido a un accidente muy fuerte incluyendo ambulancia y carro de bomberos, sumado a intento de lluvia con los vientos cada vez más fuertes en contra. El regreso y camino al final fueron agradables y bajando un poco la potencia para ir de forma inteligente, pero cuidando mis piernas. Finalmente, ya de vuelta a la zona de transición, me bajé con alegría de la bici y cuan ciclista profesional, levanté mi bici para celebrar, 180 kilómetros duros, más complejos que en entrenamientos en 6 horas y 38 minutos, pero con una sonrisa por el simple hecho de completar sin percances, ese recorrido tan exigente.

Para el atletismo me cambié de ropa y me coloqué las medias que me han acompañado en mis dos maratones previas (Aruba y Chicago), pantaloneta de atletismo y camiseta de la carita feliz, recarga de geles, botella flexible, capsula de sal, banda omnius (para refrigeración) en la frente y gorra. Tal cual le indiqué a Alexa… sólo falta una maratón, no es nada que no se haya hecho (metiéndome cuentos al cerebro, a las piernas y al cuerpo ya cansado). Eso si… el truco, antes de arrancar el trote me apliqué un gel frío llamado Biofreeze que ayuda a desinflamar músculos.

Cada maratón es un viaje, pero este fue el mejor y más maravilloso que he tenido y en parte se dio a causa de un desperfecto técnico en mi reloj que hizo que la medición de potencia no funcionara y como había cambiado las opciones para el consumo de energía del reloj, la medición del gps no sería confiable, dicho de otra forma… el reloj sólo era un acompañante para saber cada cuando tomar líquido y cada cuando comer, por que la velocidad, no era confiable. Así que cada vuelta la asumí con una alegría, sonrisa y buena actitud haciendo honor a la camiseta que porté por esta parte del recorrido. Alexa apareció maravillosamente a eso del kilómetro 8-9 del circuito y puso en un parlante que tenemos, la canción “What’s Up Danger” de la banda sonora de “SpiderMan Into the Spiderverse”. Un shot de espresso triple emocional… por que nunca había corrido más de 2 horas y media sin música…, alegría al verla, parar, agradecer, sonreír, darle un beso y seguir, aún faltaba mucho. Nunca creí que esa camiseta y esa carita feliz iba a generar comentarios alentadores, que me indicaran que mi sonrisa era la de la carita, por que si, sonreí mucho por que era feliz, aún cuando el cansancio ya se sentía en las piernas.

Inició la segunda vuelta, alcancé la milla 13.1, la media maratón, mitad de camino… segundo cruce con Alexa, esta vez era la canción “Bad Idea right?”, que usualmente acompaña cuando hago estupideces… Un aviso que dice: “Termina que te tengo pan” completa el momento  en el kilómetro 24 aproximadamente y seguir. A partir de la segunda vuelta, en cada puesto de avituallamiento caminaba, tomaba agua, me echaba agua en la cabeza (no había calor pero la humedad hacía de las suyas) y seguía, luego de la media maratón empecé a tomar Coca Cola. Cierre de la tercera vuelta e inicio de la fase más genial de la carrera, inicia a anochecer, sigo trotando más fuerte luego de aplicar nuevamente gel frío en piernas y muslos, empiezo a tomar geles Maurten (los que había en los puestos de avituallamiento) y dado que el reloj ya estaba bajo de batería, medía mal la distancia el GPS, empecé a hacer cuenta regresiva con millas (1.6 kilómetros). Piernas fuertes, pasé a muchas personas, a sacar el provecho del ahorro energético, la buena alimentación y la fortaleza mental.

Una milla menos, las zonas con mucha gente hacían más ruido al pasar sonriendo, me acompañó un hippie con pandereta en la zona hippie del recorrido y ya se sentía el fin cerca. Algunas conversas en el camino con personas que me cruzaba, para hacer el paseo más llevadero. Milla 22, 23, 24 ya se escucha el ruido a lo lejos de la meta, los músculos de las piernas ya flaquean, pero la alegría me desborda, me da alas cuan Red Bull… Ya es de noche, recorrido muy iluminado, personas con pulseras y collares de neón… Por fin, el desvió al final, no más giros, controlar la emoción, las lágrimas por que aún no había terminado, encontrar el camino ya con vallas a lado y lado, música, luces, muevo los brazos, la gente hace ruido, giro hacia los últimos 200 metros, encuentro a Alexa con una colombiana, teniendo la bandera, le entrego las botellas de bebida, tomo la bandera y camino al tapete rojo… No está la campana para quienes terminan por primera vez, pero no importa, ya antes hice sonar una campana para indicar que era el último giro, continuo, escucho al anunciador decir “Jeffrey you are an Ironman”, cruzo la meta, lloro, rio, desbordo de alegría, el cansancio está ahí pero puede más la dicha. Recibo la medalla, la gorra y la camiseta de finisher, me llevan a un punto para entregar el chip y tomar una foto, no quiero que se acabe este momento. Es todo lo que siempre quise en una carrera, el tiempo no importaba, al final mi reloj se quedó sin pila a 4 minutos de terminar, sólo saber que todo salió bien, que fui feliz y que alcancé eso que tanto soñé desde el día que inició el proyecto Houston en Mayo-Junio de 2023.

En el camino que se trota, hay un aviso en un pilar que dice “The journey is the reward”… Tras casi 7 meses de entrenamiento y finalizar a 3.000 kilómetros de casa, con casi 14 horas “dándole” no puedo estar más de acuerdo.

Fotos tomadas por Alexa

 

One Comment

  1. Richie

    Admiración total!… que grande Alexa! El consejo para desinflamar los músculos te lo acepto!.
    Felicitaciones Jeff, eres grande! Ya un 70.3 son papitas para ti.

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