Me encuentro iniciando el último semestre de estudios técnicos de cocina, luego de 3 semestres en que se han aprendido técnicas, preparaciones, un poco de panadería (me encanta) y pastelería, así como otros temas complementarios como higiene, coctelería, entre otros.
Es muy especial volver a un aula de clases como estudiante tras cerca de 8 años sin presentar exámenes, sentir los nervios de una entrega de proyecto final, participar en concursos internos, etc.
Tal vez me habría resultado más económico, corto y menos exigente haber realizado un curso libre o varios, pero sentía la necesidad de algo más «formal» y bueno, a pesar de varias asignaturas y temarios que han resultado duros para mi, aquí vamos y vamos bien.
El poder cocinar para la familia, para mis amigos e incluso, preparar para desconocidos ha hecho que el amor por el arte de cocinar aumente a diario y sea un placer desarrollar ideas, recetas, platos, compartir sabores, sentir la presión de sacar un buen terminado y mucho más.
Me preguntan que si pienso dedicarme al terminar a ser cocinero (por que para ser chef se necesita acumular muchas «millas de vuelo» que difícilmente lograré en unos años), a lo que respondo que si, que es mi intensión tener inicialmente un negocio de tipo café/panadería y más adelante evolucionar a un restaurante. Deseo construir unos productos y un servicio que evoquen el cariño y esmero que una madre le pone a sus platos para hacer a sus hijos felices, así como lo era mi madre conmigo.